En la actualidad, uno de cada cuatro españoles se encuentra en riesgo de
pobreza o exclusión social, 1,7 millones de hogares españoles tienen a
todos sus miembros en paro y hay más de 300 desahucios diarios en España.
Con esos datos nos encontramos en España, una realidad cada vez peor y más difícil para muchos. Las personas que acuden en busca de ayuda a los Servicios Sociales suelen ser mayores (uno de
cada tres), discapacitados (10%) y familias con menores (26%); hay otros
perfiles, drogadicción, familias monoparentales, expresidiarios,
minorías étnicas. En los últimos tiempos, gente que vivía modestamente
también está llamando a estas puertas porque no les queda otra salida.
Visto toda esta demanda que cada día va en aumento, el Gobierno decide presentar unos nuevos presupuestos, que lejos de ayudar a sanar
esa herida han recortado un 40% la partida para servicios sociales
básicos, la que se destina a los Ayuntamientos para atender, entre otras
cosas, las ayudas de emergencia. Si se tienen en cuenta los dos últimos
presupuestos la partida ha caído un 65,4%: donde hubo 86 millones ya
solo quedan 30, en números redondos.
Cada vez son menos los recursos y los profesionales del trabajo social que se pueden dedicar a la labor ya que sus puestos de trabajo también desaparecen, mientras que los usuarios son cada vez muchos más, con más necesidad y desesperación, simplemente buscando una salida a su situación actual.
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